El otro sentido de la Paz.

Estaban tranquilamente en su bella casa, la tarde era hermosa, los grandes árboles que rodeaban la casa relucían con la intensidad de la luz del atardecer. La humedad ambiental hacia sentir los tonos de verde como irreales de tan intensos. La niña se dirigió, como cada tarde al sillón frente a la montaña, el mismo lugar que, poco después, elegió su padre para sentarse a su lado. Era un crepúsculo apacible, lleno de Paz.

Un ruido de metales que chocaban, de pasos acelerados, de voces les hizo incorporarse, ya era tarde. El salvaje golpe de la culata en la cara le dejo totalmente inconsciente, todo se hizo oscuro y una lejana voz gritando de su hija, pero no entendía…

Habían pasado varias horas cuando recobró el conocimiento, estaba con su mujer y su hija en una cueva, atados, amordazados, aterrados. Varios hombres armados hasta los dientes estaban junto a ellos. Pudo ver como todas sus pertenencias iban pasando frente  a sus ojos mientras los cargaban en los camiones. Alguna mirada felina, de aquellos hombres, hacia su mujer e hija le ponía los pelos de punta. ¿Las violarían?. Tras comprobar que todos los objetos de la casa, se habían cargado en los camiones, quien parecía el jefe lanzó una mirada fugaz a la familia. Con el alma encogida, llenos de pánico , atados y amordazados poco podían expresar, indefensión total. Estaban a la merced del secuestrador, a su total antojo.

¡Vamosnos, aquí ya no queda nada de valor!, con estas palabras y un gesto a uno de sus hombres, subió al camión. El hombre, aparentemente un niño, con un cuchillo en la mano se acercó lentamente al  pobre hombre atado y amordazado; con un rápido movimiento corto las cuerdas de sus manos, le miró directamente a los ojos y se subió al camión.

Dos días de terror sirvieron para cambiar la Paz y felicidad de esta familia, de un bello entorno de México, en un profundo infierno, en terrores nocturnos. a vivir en otra ciudad, en otro País. Así es como se van construyendo los universos que se nos quiere vender de Paz. Son decorados en los que vivimos, sentimos y soñamos cada día. ¿Hasta que punto somos conscientes de que en cualquier momento , todo se puede acabar? ¿Hasta que punto  lo mas importante de nuestra vida se conecta con la Paz?. La profunda realidad reside, cada día, en crear esa Paz interior, la que nos puede hacer vivir y sentir cada momento, como único. El de estar vivo.

Sentirse vivo y alegre de ello, es una de mejores maneras de llegar a sentir nuestra Paz. La única que podemos sembrar y cosechar, la que cada uno tenemos dentro al nacer. Nuestra Paz interior.

©Teo. San José. 2.012.

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