La idea del amor

En todas partes del mundo, la gente anda buscando el amor, porque todos están convencidos de que sólo el amor puede salvar al mundo. Pero muy pocos comprenden en qué consiste realmente el amor y cómo brota en el corazón humano. Con demasiada frecuencia se equipara el amor a los buenos sentimientos para con los demás, a la benevolencia, a la no violencia, al servicio…Pero todas estas cosas, en sí mismas, no son el amor. El amor brota del conocimiento consciente. Sólo en la medida en que seas capaz de ver a alguien tal como realmente es aquí y ahora, no tal como es en tu memoria, en tu deseo, en tu imaginación o en tu proyección, podrás verdaderamente amarla; de lo contrario, no será a la persona a la que ames, sino a la idea  que te has formado de ella, o bien a la persona como objeto de tu deseo, pero no tal como es en sí misma.

Por eso, el primer acto de amor consiste en ver a esa persona u objeto, esa realidad, tal como verdaderamente es. Lo cual exige la enorme disciplina de liberarte de tus deseos, de tus prejuicios, de tus recuerdos, de tus proyecciones, de tu manera selectiva de mirar; una disciplina tan exigente que la mayoría de las personas prefieren lanzarse de cabeza a realizar buenas acciones y a ser serviciales que a someterse al fuego abrasador de semejante ascesis. Cuando te pones a servir a alguien a quien no te has tomado la  molestia de comprender, ¿Estas satisfaciendo la necesidad de esa persona o la tuya propia?. El primer ingrediente del amor, por tanto, consiste en comprender realmente al otro.

«Una Llamada al amor»: Anthony de Mello.

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